Historia
La vainilla es originaria de los bosques tropicales de México y del sudeste de Mesoamérica. Los totonacas fueron de los primeros pueblos en descubrir las virtudes de esta planta y la usaban como saborizante, fragancia y medicina desde tiempos prehispánicos. Cuando fueron sometidos por el imperio mexica (1427-1440), les pagaban vainilla como tributo, ya que era muy valorada para aromatizar una bebida a base de granos de cacao llamada ‘xocolatl’ o chocolate.
Tras la caída de Tenochtitlan (1521), los españoles llevaron la vainilla a Europa, donde se popularizó por su sabor y por su aroma único. Los ingleses y franceses encontraron usos innovadores para la planta, como la gastronomía, la perfumería y la repostería. Sin embargo, sus intentos por obtener frutos de vainilla en sus países y en sus colonias fueron infructuosos por siglos, y México tuvo el monopolio de la venta de vainilla por casi 300 años. En 1760, se inauguró el primer vainillar comercial en Papantla, Veracruz. Aunque Papantla significa “luna nueva”, llegó a ser conocida como “la ciudad que perfuma al mundo” por sus abundantes plantaciones de vainilla.
En 1841, Edmond Albius, un esclavo de 12 años, desarrolló una técnica para polinizar las flores manualmente por medio de palos de bambú en una plantación de Bourbon (ahora Isla Reunión). Esta innovación marcó el inicio de las plantaciones comerciales de vainilla en los trópicos alrededor del mundo. Para mediados del siglo XX, la “época de oro” de la vainilla mexicana había llegado a su fin y Madagascar e Indonesia se habían consolidado como los principales productores a nivel mundial.
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